Pocos han retratado mejor Bamako y Mali que Malick Sibidé, fotógrafo del país que auna el mérito de ser uno de los profesionales del objetivo más reconocidos de África con el compromiso con su tierra.
Sibidé, como su compatriota ya fallecido Saidu Keita, elevaron la fotografía africana al escaparate internacional gracias a sus trabajos ‘autóctonos’ sobre la propia realidad de Mali. Malick fue un espectacular cronista gráfico de los sesenta y los setenta en un escenario al que prácticamente nada se asocia todo lo nuevo que trajeron aquellas décadas a la cultura popular mundial.
La Galería Saro León (Villavicencio, 16) programa una exposición de sus obras hasta el 7 de marzo, en horario de lunes a viernes (de 11:00 a 14:00 y de 18:00 a 21:00 horas).
En el barrio de Bagadadji hay un estudio de fotografía, el Studio Malick, donde por apenas unos pocos euros pueden ser retratados por el ganador del León de Oro en la Bienal de Venecia de 2007: Malick Sidibé que, junto con su compatriota Seidou Keïta (fallecido en 2001), son los fotógrafos africanos que mayor reconocimiento mundial han alcanzado. Pero si el segundo se convirtió en el cronista de las élites, Sidibé decidió retratar la alegría de vivir que se desencadenó en la juventud maliense en los cincuenta y los sesenta. «Y no fue gracias a la independencia, como muchos piensan», apunta el fotógrafo, elegante con su bubu azul, el traje tradicional, en la galería madrileña Oliva Arauna. «Fue la música occidental lo que liberó a la juventud. Uno puede bailar al son del tam tam, pero la música occidental es lo que permitía que los chicos y las chicas se arrimaran».
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